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Papa

Responsabilidad y compasión ante la guerra

Ángelus (VÍDEO)

El comienzo de un nuevo año se confía a María Santísima, a quien hoy celebramos como Madre de Dios. En estas horas invocamos su intercesión en particular por el Papa emérito Benedicto XVI, que dejó este mundo ayer por la mañana. Todos nos unimos, con un solo corazón y una sola alma, para dar gracias a Dios por el don de este fiel servidor del Evangelio y de la Iglesia.


La reflexión de Francisco se centra, en María que en la gruta donde nació Jesús, permanece en silencio, acoge con asombro el misterio que vive, lo guarda todo en su corazón y, sobre todo, cuida del Niño, a quien el Evangelio describe acostado en el pesebre, por tanto, acostado con cuidado. El Papa explica que estas palabras dan la idea de que el lenguaje propio de María es el de la maternidad: cuidar al Niño con ternura.


Ésta es la grandeza de María: mientras los ángeles celebran, los pastores acuden y todos alaban a Dios en voz alta por el acontecimiento que ha sucedido, María no habla, no entretiene a los invitados explicándoles lo que le ha sucedido, no se roba el espectáculo; al contrario, pone al Niño en el centro, cuidándolo con amor.



Y concluyendo su meditación mariana, el Papa nos exhorta de nuevo a rezar a la Virgen y pedirle ayuda para saber mirar con amor al prójimo.


Imploramos a María Santísima, Madre de Dios, que en esta época contaminada por la desconfianza y la indiferencia, nos haga capaces de compasión y de cuidado, capaces de conmovernos y detenernos ante el otro, cuantas veces sea necesario.



Fuente: Vaticannews.va